"Dios está de parte de los dictadores, casi todos mueren en sus camas.
Ahora no tengo nada, y ya nada importa de mí.
No conozco mi país y en él casi nadie me conoce a mí. "
Cena con un perro rojo








"LO SUBLIME Y TANATOS" prólogo de Sonia M.Martin del libro "La Muerte Quiere..." de Beatriz Iriart, California 2003



Prólogo del libro "La Muerte Quiere..."







Las cosas no son como las vemos, sino como las recordamos.
Ramón María del Valle Inclán

Mientras otros hombres están inmóviles frente a su dolor,
Dios me dio el poder de expresar mi sufrimiento.
Goethe


En los anales de la poesía argentina, el lector y amante de poesía, se puede sentir atraído por muchos de sus poetas que cantan sus versos a la muerte, a lo sublime, a los mitos y a los sueños. Olga Orozco, es una de ellas que nos dice:

“Sólo había un jardín: en el fondo de todo hay un jardín donde se abre la flor del sueño de Novalis.” (Mutaciones)

De esta atracción por los poetas transandinos y su magnífica poesía que se enlaza con la muerte, con Tanatos, con lo sublime, es que me sentí arrastrada por los remolinos inmoderados del placer de leer los excelsos poemas de La Muerte quiere…” de Beatriz López Osornio, y la tristeza frente a esta “muerte que quiere…” y que dice… y que dice tanto y tan profundamente.

Qué camino seguir: el placer elevado del verso o caminar con Tanatos y ese coqueteo de la poeta frente a la muerte.

Leer los poemas de Beatriz, nos hacen sentirnos inmersos de alguna manera en los versos de Alejandra Pizarnik y de Sylvia Plath. No obstante, hoy, nos encontramos en el torbellino de los versos de Beatriz… y su poemario “La Muerte quiere...”

¿Mas, quién es ésta poeta sublime, que nos remite a Novalis, a Goethe con sus versos que abrazan a la muerte con brazos seductores, que al mismo tiempo expresan sufrimiento y dolor…?
Debemos presentarla tanto con su poesía, así cómo y cuándo nació nuestra amistad.
Hace años que conozco los versos de Beatriz y quizá fue como casualidad, porque nuestra amistad –que siempre ha sido epistolar– se inició, -como es de esperarse- con una carta y de ahí pasamos a su poesía, a sus versos. Ella me enviaba sus poemas desde la Argentina a California y yo los leía sin acertar a reunir en una sola persona, a la joven que me enviaba cartas y a la talentosa poeta a quien yo le leía con embeleso, verso tras verso.

No conozco en persona a esta poeta, nuestra comunicación siempre ha sido epistolar. Y de este modo que parece tan sencillo, nació nuestra profunda amistad, la que por mi parte se transformó rápidamente en admiración al talento que muestra en sus versos Beatriz López Osornio.

De los primeros poemas que le leí, recuerdo uno en especial, que era dedicado a un amigo muerto; pero no muerto de muerte natural… era una muerte política, y así, de pronto, los versos, los poemas, se enlazaron con la muerte, la muerte política, la política, la tristeza, el recuerdo, el sufrimiento y el dolor. Asimismo me fui preguntando –y le pregunte también a la poeta- por qué escribir tanto dolor, tanto sufrimiento, por qué abrazar y ensalzar a la muerte, cuando se tiene tanta vida. Y de esta manera, me fui adentrando en su poesía, que me llevaba al centro profundo del sentimiento sublime que tanto destaca el movimiento romántico alemán y que también se lee en los versos de Alejandra Pizarnik y Sylvia Plath.

De ambas leeremos algunos versos y empezaremos con Plath, no para comparar, sino que para disfrutar del estilo poético:


I was seven, I knew nothing.
The world occurred.
...
I am lame in the memory.
...
This was a man, then!
Death opened, like a black tree, blackly.
Sylvia Plath (Little Fugue)


Podemos libremente continuar con versos de Pizarnik, para sentir en ella palpitar la muerte y los recuerdos de infancia, como también se lee en el poemario de López Osornio.


Con todas mis muertes
yo me entrego a mi muerte,
con puñados de infancia,
con deseos ebrios
que no anduvieron bajo el sol.
(Obra 42)

Recuerdo mi niñez
Cuando yo era una anciana
Las flores morían en mis manos
porque la danza salvaje de la alegría
les destruía el corazón.
(Obra 54)


Tanatos presente, y siempre, más coqueteo con la muerte, con lo sublime, con la infancia en las y los poetas que de alguna manera hemos traído en este prólogo a colación. No queremos hacer complicadas o enojosas comparaciones, nos queremos remitir a un cierto estilo, a un cierto amor de las poetas, por darle belleza y poesía a ciertos temas, que emergen libres y fluidos en los versos de la poeta que hoy presentamos. ¿Y por qué no leer, antes de sumergirnos profundamente en su libro La muerte quiere…” algunos de sus versos tan sublimes como románticos?


Gaviotas
Carecemos de memoria.
Las gaviotas que desplegaron sus alas
cayeron torpemente
bajo el áspero y cruel
sonar de armas.
Carecemos de memoria.
Y afirmamos
que era la única música
para esas aves.


En este poema está presente la política, la muerte, los desaparecidos y el olvido o falta de memoria colectiva. Sólo escuchan la música para esas aves… En cambio en Mieses, (Para Silvio)…van sus mieses o girasoles del exilio, quizá en su poesía, Beatriz nos recuerde su dolor al vivir también ella, el exilio de su hermana Viviana en Venezuela.
El coqueteo de la poeta frente a la muerte política en Los Ancestros nos remite a la Historia Universal, la muerte por nuestros ideales. La siento a ella vagar por Buenos Aires taciturna, buscando junto con las Abuelas de la Plaza de Mayo, una respuesta aun….
En Tarde de Bastiones Quebrados, hay una juventud que nace, crece y madura, con tristeza política. Duelo a la vida que pasó con dolor… y así, poéticamente, Beatriz López Osornio, en su libro La Muerte quiere…” nos arrastra de la mano para mostrarnos con dolor y muerte, la Argentina que le tocó vivir a su generación.
Union City, California, invierno de 2003


Beatriz Iriart

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